Acerca de TLATOL

Allá por 1540, cuando los europeos comenzaron su expansión territorial por la Mesoamérica Septentrional, los ancianos y chamanes de los grupos cazadores-recolectores nómadas de esa área geográfica, se reunían por la noche con toda la tribu, prendían grandes fogatas con huizache seco, se pintaban animales salvajes en su cuerpo, preparaban las puntas de flecha, comían peyote y realizaban danzas y gritos de guerra, alistandose para el combate contra los invasores y sus subordinados.

A ese tipo de reuniones, que lesponía la piel de gallina a los europeos, los frailes les llamaban “Tlatol”, pues aquellos que hablaban el idioma de los salvajes, traducían ese acto al náhuatl como el “huehuetlatolli”, que quiere decir “palabra de los antiguos”.

El “Tlatol”, era entonces visto por los frailes, soldados, realeza e indígenas recién convertidos al catolicismo, como un “demonio”, como la presencia “satánica” de aquello “maligno” que se apoderaba de las “almas” de los salvajes y les impedía aceptar los mandatos de Jesucristo.

El “Tlatol” era bien temido por los nuevos conquistadores, una palabra que desconcertaba hasta al más atrevido, es por eso que nuestro proyecto lo hemos nombrado de esa manera.

“Tlatol” ahora es el recuerdo de eso que los civilizados temían, de las reuniones que los salvajes tenían preparando el camino hacia la guerra, la guerra en contra de la civilización, y la defensa extrema de la naturaleza salvaje.

El grupo de actualización de este blog, se siente atraído por la crítica activa en contra del sistema tecnoindustrial y por lucha radical a favor de la naturaleza salvaje en especifico, es por eso que decidimos enfrentarnos a nuestras contradicciones y creamos un espacio informático, para la reunión de aquellas criticas vivas, que están desperdigadas en diversos blogs, muchos de ellos ajenos a esta tendencia.

 

Que se sepa muy bien: El acto del “Tlatol” ha revivido, para los hiper-civilizados, auto-artificializados, transhumanistas, especialistas en ciencias avanzadas, igualitaristas, y demás progresistas, no tendrán el camino libre en su despreciable decisión de domesticar lo salvaje.

 

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